Todos sabemos lo duro que resulta sufrir una hipoteca, con la sangría económica que supone mes a mes.
¿Porqué no valoramos igual la «hipoteca energética» de nuestras viviendas? ¿Somos conscientes del coste mensual que supone mantener un confort medio en las casas? ¿Lo seremos a medida que el coste de la energía vaya aumentando?
Haciendo un símil con el café, tenemos dos modos de mantenerlo caliente: en una cafetera, aportando calor continuamente, o en un termo, evitando que el calor se escape.
Ojos que no ven, corazón que no siente. Todos nos alarmamos cuando vemos filtraciones de agua o goteras, son muy visibles, pero no vemos las goteras térmicas de nuestros muros o carpinterías. Los sistemas constructivos hasta la fecha han dejado un reguero de ineficiencias térmicas de las que no nos preocupamos más por costumbre o simplemente porque no las vemos. Una inspección termográfica puede cambiar nuestra forma de percibirlo.
Estos son unos ejemplos de viviendas rurales en el norte de Castilla-León, con un temperatura ambiente de 8 ºC y una humedad del 32%, viento nulo, a las 23 horas, cuando las calefacciones ya llevan unas horas funcionado. Cámara Flir P 660, con resolución de 640×480 píxeles, y NETD de 0,03 ºK.